Mármol de Ulldecona, tubos de cobre, documentos y bronce. 1990-2006. 310 x 110 x 110 cm. La Comella.
A mediados de los ochenta inició un trabajo sobre las ocultaciones, fue una aventura en silencio que quedó en sin revelar. Afirmó que las circunstancias personales le llevaron a tomar la decisión; tenía que renunciar a presentar su trabajo ante los demás. Tras las indagaciones de varios años como buscador, tuvo que admitir que aquello que segregaba misterio había que dejarlo respirar dentro de la materia y no mostrarlo jamás. Ningún escenario es más sugestivo y poderoso que aquel que nos presenta la ciencia en los fueros internos de un átomo, ningún interrogante es más abisal que aquel que segrega el juego de las probabilidades.
Ocultaciones fue un trabajo dividido en cinco series: ocultaciones, omisiones, escamoteos, amnesias y olvidos. La mayoría de las obras son de formato pequeño y mediano. A partir de aquel momento sus trabajos han iniciado un camino nuevo, las piezas han crecido de forma que le han permitido entrar en la obra para constatar que en el fondo siempre hay algo que huye y se esconde. Capilla Turkana, Glíptica, Nsasi, No hablaré nunca más, son obras con este propósito. Las acciones en espacios sin testigos sitúan al artista en una posición absurda, angustiosa, en ocasiones insoportable. Pero la decisión era firme y el resultado obtenido recompensaba la renuncia. Por otro lado, siempre se encontraba en la misma tesitura; ¿para que hablar si nadie escucha...? ¿Qué puede expresar que la naturaleza no haga con mayor potencia?
El camino del concepto marcó la trayectoria del trabajo; la obra era el testimonio guardado entre los sutiles pliegues de la materia. De aquí nació otra valoración creativa: los contenidos. Las preocupaciones humanas, todas sin excepción, debían quedar en la cara indeleble de la eternidad. Con el tiempo este pensamiento se ha hecho sólido y constante; ya no preocupa la forma, el acabado; preocupa aquello que se quiere decir. En el taller se ha sentido totalmente libre, despreocupado por las semejanzas y por la plasticidad de las formas. Sólo interesaba la intención, el brillo de la idea instalada en los paisajes internos que presenta la ciencia y la poesía. Las obras no están pensadas para comprender los mecanismos de lo oculto, sino para preservar su misterio allí donde reside, están para salvaguardar la poética del secreto.