Paisajes para un autorretrato

Paisajes para un autorretrato

Glíptica. (2004-2007) (Vista exterior) La Comella. Piedra calcárea, mármol de Calatorao, granito, bronce, cera, barro y otros materiales. 20 m x 18 m x 8 m. Foto: J. B. Garciapons

La piedra ocupa el centro y se transforma en metáfora; el ser aparece bajo su gravedad y constata que él es la más ardua de las preguntas. La piedra es un referente ingrávido, intangible en el tránsito por la vida. Sus espacios inalcanzables son paisajes en el camino, sus deformaciones son espejos que nublan los ojos. Dice Rufino Mesa sobre este tema:

“Lo que realmente me ha preocupado a lo largo de los años de trabajo como escultor ha sido proporcionar un apoyo estable a las ideas, un contenedor que pudiera asumir y presentar lo que buscaba en la naturaleza y que en alguna ocasión intuí que existía dentro de mí. Glíptica es una muestra comprimida de los matices que destila mi manera de entender el mundo. La obra también puede ser un mapa oculto de las capas profundas de la memoria, ya que, al pensarnos, nos encontramos en una aporía permanente. Con evidencias sutiles me encuentro en la obra, la escultura presenta la piel de la materia embrutecida, la roca salvaje como la mía, plena de llagas, henchida de dolor y temor. La superposición de información son un lenitivo que recuerda los rincones donde se ocultan las palabras: las 17 cajas que obligan a pensar sobre cuestiones morales y éticas.”

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